En la celda de un psiquiátrico penitenciario, un joven de veinticinco años (César) empieza a relatar a su psiquiatra (Antonio) los hechos que, según él, le han llevado hasta allí… Heredero de una considerable fortuna, bien parecido, con éxito entre las mujeres, César es un muchacho al que la vida sonríe.
Una noche, su mejor amigo, Pelayo, le presenta a Sofía. César se enamora de ella al instante, y no tiene el menor reparo en quitarle el ligue a su amigo. Tampoco le resulta difícil. Al parecer Sofía y él conectan perfectamente. Pero esa misma noche, César se encuentra con Nuria, una chica aferrada a él de un modo obsesivo y casi enfermizo. César intenta desembarazarse de ella, pero finalmente acepta que lo lleve a su casa en coche. Nuria, deshecha por los celos se lanza por un precipicio con César a bordo. Tras el accidente, ella muere y él queda completamente desfigurado. Pasan los meses, y los cirujanos, a pesar de la fortuna que César, convertido ahora en un monstruo, invierte en ello, son incapaces de reconstruir su rostro.
Un día, César, se encuentra con Sofía a quien no había visto desde la noche del accidente. La actitud de ella ya no es la misma: Lo rehuye, ni siquiera es capaz de mirarle a la cara. César se da cuenta de cómo el cambio de aspecto físico –algo que siempre fue a su favor- puede arruinar completamente su vida. Amargado y sin esperanza, se emborracha y acaba durmiendo tirado a la calle. Sin embargo, a la mañana siguiente las cosas empiezan a mejorar de improviso: Sofía vuelve a él, arrepentida, asegurando que lo quiere. Y días más tarde, los médicos le garantizan que pueden devolverle su antiguo aspecto físico, por medio de una nueva operación poco menos que milagrosa. De nuevo la vida le sonríe; pero una noche Sofía, desaparece, y ante el estupor y la indignación de César, Nuria, a quién creía muerta, se presenta en su casa afirmando que ella es Sofía. La situación adquiere tintas de pesadilla cuando César se ve incapaz de convencer a la policía de que Nuria, a la que ha denunciado, es una impostora. En realidad, ella tiene su documentación en regla y acredita que es Sofía. Incluso Pelayo le da la razón. A partir de entonces, César, desesperado, dudará de su propia cordura, considerará la posibilidad de que todos estén conspirando contra él, e, incluso, acudirá consoladoramente a la idea de que todo sea un mal sueño…